Aída García Naranjo, aprovechando su presentación en el Congreso para disculparse por su reacción ante la muerte de tres niños envenenados el 21 de setiembre que ingirieron raciones del Programa Nacional de Asistencia Alimentaria (Pronaa).
García Naranjo sugirió que la responsabilidad de lo sucedido en el caserío de Redondo, Cajamarca, era de los funcionarios del Pronaa colocados durante el gobierno aprista. Solo reconoció las críticas a su demora para viajar al caserío.
Tras culpar a los medios de comunicación, sostuvo que había una consigna para atacar al gobierno y una guerra para sacarla del cargo. Además, recordó que en el Cusco, en 1996, durante el régimen fujimorista, 24 niños murieron por consumir alimentos del Fondo de Cooperación y Desarrollo Social (Foncodes). “No me aferro a ningún cargo. Tengo el respaldo social”, indicó.
La ministra llegó al Congreso con una veintena de funcionarios del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (Mimdes) y de organismos que de este dependen. El presidente del Congreso, Daniel Abugattás, tuvo que pedir que los desalojen de las galerías porque hacían barra por García Naranjo.
Todos los grupos de oposición y también Alianza Parlamentaria, (aliado de Gana Perú) cuestionaron la actitud de la ministra. José León dijo que estaba preocupado por la reacción de esta: “No se puede limpiar el desatino culpando cosas del pasado”. Alberto Beingolea (Alianza por el Gran Cambio) criticó duramente que García Naranjo señalara, apenas ocurridas las muertes, a las madres que prepararon los alimentos. “Durante años, la izquierda ha usado a los pobres. Hoy los acusan. Queda claro que la sensibilidad social es solo una pose política”, dijo. Por esto, la fujimorista Cecilia Chacón consideró que la titular de la Mujer y Desarrollo no tenía la autoridad para representar a las madres. “No tiene la sensibilidad para ser ministra”, dijo.
En tanto, Martín Belaunde (Solidaridad Nacional) lamentó que García Naranjo empleara un discurso duro y agresivo, que no admitiera su equivocación y que no hubiera en ella un aire de reconciliación.
La defensa que Gana Perú hizo de la ministra fue pobre. Roberto Angulo preguntó: “Por qué se rasgan tanto las vestiduras por la muerte de solo tres niños”, si cada año morían decenas por el friaje.
Jorge Rimarachín aseguró que alguien deliberadamente había envenenado a los niños para atacar al gobierno. Su prueba: “¿Por qué en los años anteriores no se ha producido este incidente?”.
Y Rogelio Canches justificó que la ministra hubiera bailado reggaetón, en una actividad pública, apenas dos días después de ocurridas las muertes: “En la sierra, cuando se muere uno, se baila, se come y se ríe mejor”.
Aunque en su dúplica la ministra García Naranjo pidió ser disculpada, Rolando Reátegui, vocero fujimorista, dijo que ya tenían lista una moción de censura con la firma de 33 legisladores.
García Naranjo afirmó que los alimentos que consumieron en Redondo el 21 de setiembre fueron comprados durante la gestión aprista.
Pero aseguró que estos productos se encontraban en buen estado cuando fueron almacenados.
Dijo que culpó a los que prepararon las comidas porque hubiera desatado una crisis social si se hubiera creído que los alimentos del Pronaa estaban envenenados.
Fuente: El Comercio
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